martes, 9 de septiembre de 2014

Autobiografía

Hoy a mis 20 años de edad, cuando me encuentro en sexto semestre de Licenciatura en Español y Literatura en la Universidad Industrial de Santander, comienzo a pensar en lo que ha sido de mi vida y de repente me encuentro entre recuerdos, pensamientos y personas que vagan por mi mente. Noto que hay cosas que han cambiado, bien sea porque era inevitable o porque lo quise así: una de esas cosas ha sido mi manera de pensar el mundo, y algo que ha influido de manera directa en esto fue la escuela de la que conservo muchos recuerdos. 

 Algo que recuerdo, con mucho cariño, es mi llegada a la “Anexa Club de Leones” donde cursé preescolar y la primaria. Allí conocí a los que serían mis amigos hasta la secundaria; también, a mi primera profesora Gladis Omaira, a quien recuerdo con cariño y admiración porque hoy cuando me veo enfrentada a algunas situaciones de la carrera valoro su infinita paciencia y cariño para enseñarnos, pero ante todo la vocación por su labor; asimismo, recuerdo que participaba en las actividades culturales y hasta fui madrina del salón. En cuanto a las instalaciones, las paredes estaban pintadas de dos colores: verde menta en la parte inferior y blanco en la parte superior, combinación que conservaron hasta que me gradué. Había una cancha y un aula múltiple, la escuela tenía dos pisos y confieso que no subía las escaleras porque siempre les tuve miedo lo superé como en tercer grado cuando tuve que estudiar en el segundo piso.  También, recuerdo que la escuela la cuidaba una señora llamada Aminta, ella vivía ahí y tenía un perro Cocker al que todos consentíamos. 




De esta época debo destacar que la profesora buscaba enseñarnos al aire libre, nos llevaba al parque para observar la naturaleza, nos enseñaba a cuidar el perrito de doña Aminta y los pajaritos que llegaban por los arbustos que había alrededor de la cancha; nos enseñaba a comer nuestra lonchera de manera saludable, creo que de esta parte tengo buenos recuerdos mi lonchera era de aventuras en pañales uno de mis programas favoritos; más adelante, llegó la hora de aprender a dividir y debo aceptar que fue complejo, comprendí ese complicado proceso mucho tiempo después. En cuanto a la lectura recuerdo que en cuarto grado leí mi primer libro “kataplum plan pluff”, para mí fue algo nuevo, otra forma de ver esa serie de letras de las planas, aunque fue difícil adaptarnos. Dentro de mis lecturas en el colegio cuenta: Siervo sin tierra, Del amor y otros demonios, Cien años de soledad, Ética para amador, El estado la familia y la propiedad privada y El mundo de Sofía. Algunos procesos de lectura fueron complejos otros por el contrario fueron entretenidos muchas veces por las actividades propuestas con relación al libro. Entre las lecturas que descubrí está “Mujeres de ojos grandes” de  Angeles Mastreta, llegué a ella, a los 16 años, por una historia que llamó mi atención porque tenía mi nombre “La tía Daniela”.


No crecí en una casa con muchos libros. La biblioteca de mi casa era un mueble con dos divisiones: la superior, tenía varias repisas que estaban destinada a porcelanas; la inferior, era el soporte del mueble donde se guardaban algunos libros. Entre los libros que hacían parte de la biblioteca están: el “Método palmer de caligrafía comercial” con el que mi mamá aprendió a escribir letra cursiva, que hasta ahora no consigo aprender; “Santander tierra con pasado presente y futuro” de Eduardo Sierra, que reúne una gran parte de la historia de Santander con personajes emblemáticos, platos típicos, música, dichos y reinas; el tomo III de “Historia de la cultura: edad moderna y  contemporánea”. Este mueble con el tiempo se fue llenando  con los libros que mis primos dejaban al terminar el bachillerato: libros de sociales, geografía, biología, matemáticas y enciclopedias; también, hay libros que fueron un regalo como “El mundo de los niños: lugares maravillosos” con imágenes de los sitios más fantásticos de la tierra que aún conservo con cariño. Estos libros hicieron parte de mis consultas hasta noveno grado donde las cosas cambiaron porque  llegó a mi casa el computador. Me hubiera gustado que en mi familia existiera el hábito de la lectura, eso de las películas de "un cuento antes de dormir" creo que hubiera definido muchas cosas en mi vida. Lo anterior no significa que me arrepienta, solo que hoy  soy más consciente de lo que implica un libro de todo lo que puede contener y en qué medida eso puede incidir en mi vida. 

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